martes, 1 de febrero de 2011

Una denuncia con demasiadas cifras

Hay miles de niños que dependen del Instituto Madrileño del Menor y la Familia de la Comunidad de Madrid: niños que han sufrido maltrato o abandono, niños discapacitados, niños que en definitiva necesitan ser protegidos, defendidos, reubicados... Niños traumatizados, heridos, desvalidos. Futuros adultos igual de traumatizados, heridos y desvalidos o algo peor. Hay, tan sólo, 16 trabajadores sociales y psicólogos en el Instituto del Menor de aquí, de Madrid, para hacerse cargo de ellos (hablo de la capital de uno de los países miembros de la Unión Europea.... por si alguien creía que hablaba del Congo). 16. Además de encargarse de la reubicación y bienestar de estos miles, también se encargan de adopciones internacionales ¿Impresionante verdad?

Todo es impresionante: las cifras de niños en situación de desamparo- que mejor obvio-, las cifras de funcionarios, la cifra que les han recortado de su sueldo, las cifras que la Comunidad destina al Instituto del menor, las cifras de más recortes para este año. Todo queda reducido a cifras.

Si seguimos con los recortes en política social en este país y en esta Comunidad dejaremos indefensos a los que más necesitan de nuestra protección. ¿Qué cifras les ponemos o destinamos al dolor, a la desesperación, al abandono? ¿Cuántós millones de lágrimas? -Vaya... se me había pasado que hay niños que han olvidado como se llora porque nadie acude a consolarles- Podríamos haber pensado antes en qué destinábamos el dinero público porque hay en cosas en las que ni se puede ni se debe recortar.

Hoy no acabaré con un comentario superficial. Termino indignada e incrédula y también triste. Pero también  dando las gracias a todos los profesionales del Instituto del Menor por su cercanía, su humanidad y su fortaleza, porque su trabajo no hay sueldo que lo pague.

Sugerencia: ¿Por qué no se reciclan a funcionarios que nadie sabe a qué se dedican -ni ellos mismos- para otros sectores tan necesarios? Seguro que serían unos presupustos bien invertidos y habría niños que volverían a llorar y también reir.

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