martes, 9 de septiembre de 2014

Never say never


Nunca digas nunca jamás. Nunca juzgues. Nunca digas este culo no es mío ni de esa agua no beberé. Porque más pronto que tarde terminarás como los peces en el río, que beben y beben y vuelven a beber.
 
Pero qué bonito es que la vida te demuestre que lo que antes hubiese sido nunca ahora es más que tal vez. Qué maravilla poder ser tan flexibles para tragarnos todo y probar lo que antes nunca te hubieses permitido. Qué bonito es que alguien que nunca te hubieras imaginado te emocione hasta los huesos, te haga temblar, te robe el sueño y atrape tus pensamientos. Tan imposible como cierto. Tan inalcanzable como hermoso. Tan difícil y tan real. Una canción suena de fondo.


Never say never...

jueves, 4 de septiembre de 2014

Sintetizando que es gerundio


Tengo un problema con las maletas. Lo mismo me pasa con los bolsos. No sé sintetizar. Estoy en ello. En serio que lo intento, pero soy la reina del ‘por si’. Es ver una buena maleta, grande, con sus ruedas y pensar que me puede caber la vida entera. Y, ¿un bolso grande? Pues lo mismo, incluso peor, ¡qué cada día es una aventura oiga y una tiene que ir bien preparada!!! Yo veo una maleta y pienso: a ti guapa que no te farte de na’. Soy consciente de que lo que yo entiendo por sintetizar en realidad es poner poco pero más variado.
 
Me he dado cuenta que lo mismo me pasa con el monedero. El otro día me obligué a reducirlo a la fuerza. Me compré uno más pequeño. No queda otra, me dije. El resultado: ahora llevo dos monederos minúsculos que nunca encuentro en un bolso enorme que no me atrevo a disminuir por si… Ni qué decir tiene que no me acerco a las mochilas que yo soy muy capaz de producirme una lesión de espalda.
 
Tengo una maleta que no toco, siempre está y estará a rebosar, petada. Una maleta llena de libros. Manuales de supervivencia, la enciclopedia de la vida, seguros de subsistencia, instrucciones de uso y disfrute, convenios que regulan recuerdos y muchos, muchos contratos vitalicios con otros tantos anexos por si se me ocurre cometer el mismo error dos veces.

La última maleta que hice conseguí 'llenarla' con poco, lo justo y un poquito más. Cuando llegué a mi destino eché de menos cosas, pero me sentí ligera, abreviada. Respiré hondo y disfruté del aire y del espacio.

jueves, 28 de agosto de 2014

NO es NO


Dicen que saber decir NO es propio de la madurez. Yo creo que lo es más el saber aceptar un NO sin que pasa nada. Cero dramas. NO es no. NO, no significa: estoy confundida, tampoco que necesito un tiempo, ni que esté hormonalmente inestable, ni dolida, ni loca, ni pedo, ni gilipollas, ni egoísta… Aceptar un NO, no es moco de pavo –ni de pava-. La mayoría de los NO que se pronuncian se basan en la experiencia, en sentimientos, en hechos concretos, algunas veces son fruto del miedo –claro que sí-. Puñetero monosílabo que se enfrenta a egos descomunales!!
 
Intento practicar la asertividad tanto como me dejan. Porque aunque, NO es no, hay personas que no terminan de entenderlo. Hay momentos en la vida que uno no tiene demasiadas opciones, sólo queda seguir y tragar monosílabos a tutiplén. Pero hay otros en los que decides qué quieres hacer y qué no y sobre todo a quién quieres en tu vida y a quién no. Y no debería pasar nada. NO es no. No le demos más vueltas.
 

miércoles, 9 de julio de 2014

Las mujeres de mi generación: hermosamente reales


Hace más de diez años Santiago Gamboa escribió el siguiente artículo que hoy sigue tan vigente como entonces y a mi parecer aplicable, a toda mujer madura, independientemente de la edad... Aquí os lo dejo:
 
Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, incluso cincuenta, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales. Hermosamente reales.
 
Casi todas, hoy, están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero, y al cuarto intento. Qué importa... Otras, aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como una ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante.
 
¡Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación! Nacidas bajo la era de Acuario, con el influjo de la música de Los Beatles, de Bob Dylan... Herederas de la "revolución sexual" de la década del 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción. Jamás vieron en el hombre a un enemigo a pesar de que le cantaron unas cuantas verdades, pues comprendieron que emanciparse era algo más que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico cuando este, trágicamente, se acaba, y decidieron pactar para vivir en pareja, esa forma de convivencia que tanto se critica pero que, con el tiempo resulta ser la única posible, o la mejor, al menos en este mundo y en esta vida.
 
Son maravillosas y tienen estilo, aún cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan. Usaron faldas hindúes a los 18 años, se cubrieron con suéteres de lana y perdieron su parecido con María, la Virgen, en una noche loca de viernes o de sábado después de bailar. Se vistieron de luto por la muerte de Julio Cortázar, hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo, bebieron ron cubano y aprendieron de memoria las canciones de Juan y de Pablo. Adoraban la libertad, algo que hoy les inculcan a sus hijos, lo que nos hace prever tiempos mejores, y, sobre todo, juraron amarnos para toda la vida, algo que sin duda hicieron y que hoy siguen haciendo en su hermosa y seductora madurez. Supieron ser, a pesar de su belleza, reinas bien educadas, poco caprichosas o egoístas, diosas con sangre humana. El tipo de mujer que, cuando le abren la puerta del carro para que suba, se inclina sobre el asiento y, a su vez, abre la de su pareja desde adentro.
 
La que recibe a un amigo que sufre a las cuatro de la mañana, aunque sea su ex novio, porque son maravillosas y tienen estilo, aún cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan, pues su sangre no es tan helada como para no escucharnos en esa necesaria y salvadora última noche en la que están dispuestas a servirnos el octavo whisky y a poner, por sexta vez, esa melodía de Santana. Por eso, para los que nacimos entre las décadas del 40, 50 y 60, el día de la mujer es, en realidad, todos los días del año, cada uno de los días con sus noches y sus amaneceres, que son más bellos, como dice el bolero, "cuando estás tú"... ¡Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación! Y si es más de 45... a medida que avanzo en edad, valoro las mujeres que tienen más de cuarenta y cinco, más que a cualquiera.
 
Aquí hay algunas razones de por qué. Una mujer de más de 45 nunca te va a despertar en la mitad de la noche para preguntarte "¿Qué estás pensando?"
 
No le interesa lo que estás pensando. Si una mujer de más de 45 no quiere mirar un partido de football ella no da vueltas alrededor tuyo. Se pone a hacer algo que ella quiere hacer y generalmente es algo mucho más interesante. Una mujer de más de 45 se conoce lo suficiente como para estar segura de sí misma, de lo que quiere, y de con quién lo quiere, son muy pocas las mujeres de más de 45 a las que les importa lo que tú pienses de lo que ella hace. Una mujer de más de 45 ya tiene cubierta su cuota de "relaciones importantes" y "compromisos". Lo último que quiere en su vida es otro amante posesivo.
 
Las mujeres de más de 45 están dignificadas. Es muy raro que entren en una competencia de gritos en el medio de la ópera o en el medio de un restaurante caro. Por supuesto que si piensan que te lo mereces no van a dudar en dispararte un tiro. Las mujeres de más de 45 son generalmente generosas en alabanzas. Ellas saben lo que es no ser apreciadas lo suficiente. Las mujeres de más de 45 tienen suficiente seguridad en sí mismas como para presentarte a sus amigas. Una mujer más joven puede llegar a ignorar hasta a su mejor amiga.
 
Las mujeres se vuelven psíquicas a medida que pasa el tiempo. No necesitas confesar tus pecados, ellas siempre lo saben. Son honestas y directas. Te dicen directamente que eres un imbécil si es lo que sienten sobre ti. Tenemos muchas cosas buenas que decir de las mujeres de más de 45 y por múltiples razones. Lamentablemente no es recíproco. Por cada impactante mujer de más de 45, inteligente, bien vestida, sexy, hay un hombre de más de 50... pelado, gordo, barrigón y con pantalones arrugados haciéndose el gracioso con una chica de 20 años.
 
 Señoras, les pido perdón por ello...

 

martes, 22 de abril de 2014

Así vamos


Recibo un premio en unos días por una campaña en la que nunca creí del todo. Irónico. Me la repampinfla. Ni sé dónde se celebra, ni tengo preparado discurso, ni tampoco vestido. Creo que a mi jefe le voy a matar a disgustos!!

Estoy desconocida y encantada de haberme encontrado en este dejarme llevar. Lo bueno de cuando te pasan cosas en la vida, de esas de las de verdad, es que todo es muy relativo y mucho menos dramático. 

Este año he pasado de procesiones, de costaleros y sobre todo de penitentes. Me he vuelto a ir de vacaciones sin saber muy bien dónde pero sí con quién. Tengo dos triangulitos blancos en el pecho donde antes ponía ‘cerrado por derribo’, que dan fe de ello.


Ahora formo parte de una familia que no me han impuesto. Una familia tan atípica como auténtica, con madres suplentes, hermanas del alma, cuidadoras de madres que no cobran, vecinas que te hacen torrijas, tíos atentos que te llaman para saber qué tal estás si un día te ven con ojeras, primos que te dan clases de lo que sea, y amigas de esas incondicionales con las que quedarte 'en pelotas' para bailar bajo lunas rojas.


Estoy decidida a arriesgar aunque sepa que me voy a equivocar, porque hay veces que el camino que te lleva es mil veces más interesante que el propio final.
Y mira por dónde, emprendiendo un viaje increíble, he descubierto que el olvido no me sienta tan mal.

domingo, 23 de marzo de 2014

Dignidad


Vivir significa estar disponible para el dolor, para las derrotas, pero también para las victorias y los milagros. Vivir significa estar disponible para todo lo que pasa cada día. Hoy murió Adolfo Suarez como consecuencia de la misma enfermedad que padece mi madre. El viernes le quitaron un riñón a la madre de R., tiene cáncer. El mismo viernes al padre de S. le vaticinaron unas pocas horas más de vida, ahí sigue el hombre. M. ha perdido el bebé que esperaba, una vez más… Así es la vida, ni más ni menos.
 
Anoche nos manifestamos todas por la DIGNIDAD, como miles de españoles. Nos manifestamos porque hay cosas que no podemos elegir, pero hay otras que sí. Nos manifestamos por el derecho a una vida digna para todos. Porque no podemos elegir como morir, por desgracia, pero vivir… Joder, vivir dignamente es un derecho. No deberíamos permitir que nos lo quitara nadie.
Hoy no para de retumbarme en la cabeza aquella canción de campaña: Vota CDS, vota libertad. Suarez presidente, democrático y social. Seguramente si, Suarez, hubiese sido consciente de cómo han sido estos últimos años en España, el país por el que luchó tanto, le hubiese dado un infarto. Sin embargo, ha muerto sin memoria, ni recuerdos, invisible ante el espejo. Ha muerto de demencia, de una degeneración cognitiva que le arrasó la vida, lo mismo que a este país.
 

martes, 11 de febrero de 2014

Hoy tengo ganas de...


Sol. Un beso largo, sin prisa. Nadar en una piscina sola y en silencio. Una tarta de zanahoria. Darme un paseo por algún monte. Una sopa de cocido para cenar. Que me mordisqueen el cuello. Una copa de vino contigo. Volver a escuchar esa canción. Que me agarren con fuerza. Oler el mar. Una ducha de media hora. Hacer el bichobola en el sofá. Reírme hasta llorar...

domingo, 9 de febrero de 2014

En pelotas


Hay veces que te quedas en pelotas cuando menos te lo esperas, bien porque la vida te lo quita ‘todo’ de golpe o bien porque eres tú quien lo decides. En mi caso ha sido por las dos razones. Últimamente ando más en pelotas que con la ropa puesta. Y, ¿sabes qué? Todo pesa menos. Me he desnudado tantas veces en los últimos meses que creo que empiezo a padecer algún trastorno exhibicionista.
 
Mostrarse tal y como es uno, sin nada que lo oculte, sin nada que camufle sus miedos, sus taras, sus manías, su verdadera historia es liberador.
 
Transparente y nítida. Así me siento.  En este despelote literal he descubierto piel, cuerpo y alma que desconocía. Y lo mejor de todo he dejado que me vean desnuda, tal y como soy, sin falsos pudores, sin más miedo que el imprescindible. He sonreído aliviada porque mi reflejo en otros ojos me ha devuelto una imagen sorprendente, algo que no esperaba a estas alturas.
 
Hay veces que quedarse con el culo al aire, es muy sano. Quién sabe, siempre puedes redescubrirte.