lunes, 20 de febrero de 2012

De brackets y deseos

La de la foto no soy yo
Cuando era pequeña me parecía súper pijo y lo más llevar aparato de dientes (ya apuntaba maneras por aquel entonces, por lo rarita). Llegó a tal punto mi fijación que me ponía papel albal a modo de funda en los cuatro dientes delanteros (lo sé, sin comentarios). Algo así como una enana rumana pelín desequilibrada. Estaba tan mona (y tan rara) yo con el súper aparato puesto jugando a las muñecas, pintando y haciendo el gamba por mi casa… Llevaba durante tanto tiempo el papel albal puesto que había veces que tenía hasta heriditas ¡¡¡Qué tiempos tan felices aquellos!!

Diré en mi favor que en aquella época los niños no teníamos mucho con que divertirnos y la imaginación era fundamental para pasar el rato (la mía se desbordó, está claro). Mi imaginación fluía libremente para hacer casitas debajo de la cama, del sofá o dentro del armario; vestidos de muñecas con tapetes de ganchillo y para vestidos de noche: ¡los pañuelos de seda de mamá!!;  estilismos varios y cortes de pelo al pobre perro  (en mi infancia todos los perros del edificio curiosamente iban trasquilaos, no digo más); que se acababa el papel pues a ilustrar libros o la cara de mi vecinita (frita la tenía con tanta ‘mala idea’, aún me lo recuerda)... Y así mil.

La verdad que lo del aparato de dientes me tenía fascinada y me quedaba embobada mirando fijamente  a cualquier compañera que lo llevaba puesto y ya si se comían un bocata de chori de Pamplona con los brakets era lo más de lo más. Deseaba tanto llevar uno… ¡Qué mira por dónde ahora casi con cuarenta años me lo tengo que poner!!! Cómo es la vida. Manda narices, ahora que ya lo tenía superado!! Si ya lo decía mi abuela: Cuidado con lo deseas que se puede hacer realidad.

3 comentarios:

Merce dijo...

A mí eso me pasaba con las gafas. Me encantaba lo de llevar gafas, y todo mi afán era que mis padres me llevasen todos los años a la revisión, por si acaso...
"Conseguí" llevarlas en mi época de estudiante pero me cansé y ya no las necesito...

Celia dijo...

Me encanta leerte :)
¡Qué buen humor transmites!
Un abrazo,
Celia

El Cubo de Rudy dijo...

Mi lista de envidias infantiles no tiene fin y, como todas, es de lo más absurda. Probablemente porque me pasé toda la egb y el bup con crisis de identidad. Empecé con el deseo de llamarme Esteban o Juan, después añoré ser un lisiado e ir con muletas. Tampoco me faltó la añoranza de lentes como comentaba Merce, o tener el pelo rizado. Mira tú por donde que hoy por fin, lo único que deseo es que a mi hija le vuelvan a pasar todas esas cosas, tan propias de cualquier ser humano con cabeza y sin porra. Eso sí, espero que no le guste el nombre de Esteban.... no le pega.