Durante unos años fui tripulante del AVE. Estos días he
vivido intensamente la desgracia del tren Alvia de Madrid-Ferrol. Y no dejo de
pensar que esto nos podía haber pasado a cualquiera. En un segundo, en una
curva, tantos sueños rotos, tantas vidas sesgadas. Tanto dolor y tanta pena.
Hoy más que nunca pienso que la vida merece un homenaje.
Me han venido a la mente mil recuerdos, mil sonidos y
otros tantos olores de una época de mi vida que creía tan lejana… Estos días
parece que el tiempo no hubiera pasado. Entré en el AVE en 1995, era la
tripulante más joven de las líneas de alta velocidad. Nos llamaban el cuerpo de
élite de RENFE. Un trabajo con horarios imposibles, donde no existían ni las
fiestas ni los fines de semana ni las vacaciones en verano. Tus compañeros se
convertían, irremediablemente, en tu familia. En aquella época terminé mi
carrera, hice un master, me casé, me compré una casa. Comencé a trabajar siendo
una niña y me fui siendo una mujer para dedicarme de lleno a lo que es hoy mi
profesión. Entre lágrimas y risas he recordado tantas cosas. Desde hace años,
ya no hay cuerpos de élite, mis compañeros se recorren las vías de toda España,
en AVES, Talgos y Alvias. En un Alvia como el que iba al Ferrol este pasado
miércoles. He vuelto a hablar con muchos de ellos, sólo puedo decir una cosa: os echo de
menos.
Todo mi apoyo y mi cariño a los familiares de la
víctimas, a mis compañeros e in memoriam
de David y Olga, tripulantes del Alvia, que ya no están con nosotros. Mi
corazón está estos días en las vías.
1 comentario:
Animo. Una desgracia así despierta muchas emociones.
Un beso enorme corazón.
C.
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