martes, 30 de abril de 2013

La piedra


No me llamo Candela. Ése es el nombre que le gustaba a mi padre. Tampoco Guevara es mi apellido, es parte del de mi padre y que no llevo puesto. Quizá (seguro) le puse ese nombre al blog en honor a su memoria, a una memoria llena de recuerdos que no pudimos vivir juntos y que hay momentos que como hoy echo de menos.
 
La vida me ha dado un cambio de 360º, un giro tan grande y brusco que caí de bruces al suelo. Después del noqueo, después de haber perdido la consciencia, las ganas, las fuerzas, me he agarrado a una piedra. Literalmente. La llevo encima todo el día y por la noche la pongo debajo de la almohada. La toco, le hablo, la aprieto cuando no puedo más, incluso la lavo. Me gusta saber que está ahí. No me he vuelto loca. La piedra es lo mejor que ha quedado de mí. En la piedra he concentrado la esencia de la vida, de la mía. Cada día religiosamente le doy las gracias por todo lo que me ha dado y por lo que está por venir. Le doy las gracias por mil cosas, por ayudarme a levantarme del suelo (las veces que haga falta, ando torpe), le doy las gracias por negarme a caer en el victimismo esteril, en la amargura enquistada que he visto en otros ‘noqueados’ y que me espanta. La piedra me recuerda que hay algo maravilloso ahí fuera esperándome. La piedra son los zapatos rojos de Dorothy en el Mago de Oz. Ayer me tomé una copa de vino con ella (con la piedra no con Dorothy), en realidad yo me bebí la mía y  también la suya (al fin y al cabo estamos muy unidas). Esta mañana desnuda frente al espejo y con ella en la mano, la apreté con fuerza y me vi tal cual soy.
 
Todavía hay días que se me para la vida. Literalmente. Me quedo quieta, estática, casi ni respiro, esperando un segundo cataclismo, esperando que todo sea un mal sueño. Esperando que se me pase el vértigo, las nauseas y el miedo. Y entonces me agarro a la piedra o ella me agarra a mí, vete tú a saber. Y vuelvo a dar las gracias por las pequeñas sorpresas que cada día me encuentro. Como la que me he llevado hoy, unas palabras escritas en el perfil de un desconocido que me han hecho saber que hay más piedras en el mundo. Hoy he sonreído con el corazón. Y es que prefiero tener una piedra en la mano que una china en el zapato.
 

3 comentarios:

Merce dijo...

¡Qué duro, qué cuesta arriba se hace todo a veces!!!
Poco puedo decirte,
"La vida por todo lo malo, algo bueno te da".
Agárra la frase junto con tu piedra.
Un beso.

Anónimo dijo...

De piedra me he quedado al leerte. Eres valiente, fuerte y honesta. La vida sigue y seguro que lo mejor está por venir. Agárrate a tu piedra y no la sueltes y sobre todo no dudes nunca de ti.

Un abrazo grande
C.

Claudia Cano dijo...

Me llegan tus relatos, hace mucho que te lo dije. Me gusta cómo sientes, y cómo lo cuentas.
Muchas gracias por tu comentario en mi blog. Ha sido una experiencia maravillosa esta exposición, aunque no lo tengo fácil, (no me siento original por esto, somos muchos los que no lo tenemos fácil), sigo luchando por la subsistencia y por salir adelante con lo mío. Creo que voy a necesitar una piedra...
Un abrazo.