La mejor palabra es, a
veces, la que no se pronuncia. Me lo soltó mi portera de buena
mañana al verme casi transparente. Se refería a esas palabras envenenadas que arañan,
sin piedad, el corazón de quien quizá, sólo quizá, no se lo merece. Con la
cabeza llena de palabras, las vísceras en la mano y el vientre vacío, lo único
que sale por mi boca es un rugido. El rugido de quien no ha ganado la batalla
pero sí ha luchado hasta el anochecer, cuando todo es más oscuro, hasta caer exhausta
sobre la tierra mojada, con los puños y los ojos apretados, aferrándome con
fuerza a lo que un día fue suelo firme.
A pesar del barro al abrir los ojos he visto un cielo lleno
de estrellas, he levantado la mano para coger una y así en ese intento
imposible, he conseguido ponerme de pie. El aire limpio ha vuelto a llenar mis
pulmones y en cada inhalación se llenan un poquito de vida. Hoy, incluso, mi
sombra ha vuelto a acompañarme.
"Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de
Ngong..."
Out of Africa de John Barry (The song)
1 comentario:
Que frase mas hermosa y que historia tan triste. Ánimo y sigue luchando. Las heridas déjaselas al tiempo.
Abrazos Candela
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