viernes, 19 de abril de 2013

La mejor palabra


La mejor palabra es, a veces, la que no se pronuncia. Me lo soltó mi portera de buena mañana al verme casi transparente. Se refería a esas palabras envenenadas que arañan, sin piedad, el corazón de quien quizá, sólo quizá, no se lo merece. Con la cabeza llena de palabras, las vísceras en la mano y el vientre vacío, lo único que sale por mi boca es un rugido. El rugido de quien no ha ganado la batalla pero sí ha luchado hasta el anochecer, cuando todo es más oscuro, hasta caer exhausta sobre la tierra mojada, con los puños y los ojos apretados, aferrándome con fuerza a lo que un día fue suelo firme.

 
A pesar del barro al abrir los ojos he visto un cielo lleno de estrellas, he levantado la mano para coger una y así en ese intento imposible, he conseguido ponerme de pie. El aire limpio ha vuelto a llenar mis pulmones y en cada inhalación se llenan un poquito de vida. Hoy, incluso, mi sombra ha vuelto a acompañarme.
 
 
 "Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong..."
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que frase mas hermosa y que historia tan triste. Ánimo y sigue luchando. Las heridas déjaselas al tiempo.

Abrazos Candela