Últimamente todo se reduce a cifras.
La lógica y frialdad de los números (y por qué no la soberbia decimal y la
vileza del porcentaje) se han impuesto a la humanidad, a la ética, a la
esperanza, a las buenas palabras. Yo soy de letras, elegí letras puras en el
Instituto. Buenos tiempos aquellos, qué lejos quedan. Llevo semanas rememorando
la ingenuidad de la adolescencia. Me repito cada mañana aquella frase de
Kipling que tanto me marcó hace muchos años: “Si
guardas en tu puesto la cabeza tranquila cuando todo a tu lado es cabeza
perdida; si tienes en ti mismo una fe que te niegan…”
En estos días en los que todos le
estamos viendo las orejas al lobo, quiero sacar fuerzas de cada una de las
palabras que Einstein dijo sobre la crisis http://queridacandela.blogspot.com.es/2012/05/la-crisis-segun-einstein.html. Y ante la calculadora y cifras de
mi jefe, sólo me vienen las palabras de Benedetti: “No te rindas que la vida es eso, continuar
el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar
el cielo…”
Son
los tiempos de la soberbia, la inclemencia, la intolerancia y la
insensibilidad. Son los tiempos de una incertidumbre devastadora. Tiempos
crueles donde se ve realmente las formas y el fondo de cada uno. Y todo esto dará pie a la generación 'del sálvese quien pueda' o como diría un buen amigo al 'mariquita el último'.
Yo
hoy me quedo con las palabras, los números ya los han elegido por mí.
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