martes, 27 de marzo de 2012

Invisible

La mujer invisible
“Hacía ya tiempo que Laura había empezado a hacerse invisible. Tenía esa edad en la que dicen que las mujeres se sienten más serenas y a gusto consigo mismas… Esa edad en el que la piel cede poco a poco ante la gravedad y tiene otra textura. Esa edad en la que ya los hombres no se giran tanto a mirarlas por la calle. Cada vez había menos espejos en su casa: uno en el baño, otro en la entrada. No porque no quisiera verse, es que ya no lo necesitaba tanto. A los cuarenta, Laura sabía que ya no era la de antes. Y no sólo lo había aceptado sino que había contribuido a ello inconscientemente, claro, seguro que como mecanismo de defensa: Laura se volvió invisible.


No sabía muy bien cómo había empezado todo el proceso, en parte se había visto obligada a olvidarse de ella misma…  No fue difícil. Los acontecimientos se encadenaban unos a otros. No había tiempo casi para pensar, ni tiempo para recordar, ni tiempo que perder…”


Así empieza un relato que a mí me gusta mucho y con el que últimamente me siento muy identificada. Me estoy volviendo invisible. Y cuando descubro a alguien mirándome me sorprende y me ruborizo ¿Tengo la autoestima por los suelos? Seguro, algo hay de eso. Hay veces que me miro en el espejo sin verme, tengo la cabeza en mil cosas y para una vez que me tengo justo enfrente no desperdicio el tiempo contemplándome. He perdido las artes de la seducción, me cansan enormemente. No estoy preocupada (es lo bueno de los años) sé que es una etapa que da paso a otra que exploro y exploro en busca de respuestas. Eso es lo que hago delante del espejo. Igual debería detenerme a contemplar mi reflejo: las nuevas arrugas, las canas; detenerme a contar los lunares; tocar esta nueva piel; oler este cuerpo diferente. Hace años que no me miro el trasero y desde ese momento convivimos en paz: yo le ignoro y él campa a sus anchas. No me he vuelto una dejada ni nada por el estilo, simplemente no es el momento. No quiero obsesionarme por mí (más de lo que estoy jajaja), estoy en una etapa de ignorarme (un poquito) antes de llegar a aceptarme completamente.

Para terminar este post de forma positiva, diré como lo hacen las revistas femeninas que: bebo dos litros de agua al día, duermo un mínimo de 7 horas, hago ejercicio de forma regular y cuido mi alimentación.


5 comentarios:

Claudia Cano dijo...

Gracias por el último toque de humor, hacía falta.
Yo, ya soy invisible. O debería decir "esencial", porque se dice que lo esencial es invisible a los ojos. Pues eso, que me he vuelto ESENCIAL.
Un abrazo Candela!

Merce dijo...

Pues verás cuando tengas aquí a tu peque...

Anónimo dijo...

Hola Candela,

Yo te digo, desde el lado del reflejo y citando aquello de "Espejito espejito", que eres la más hermosa. En todos y cada uno de los sentidos y matices que se ven... y los que no se ven, pero que dejan pasar la luz. Y yo, que vivo al otro lado, no podría hacerlo sin la fotosíntesis que me proporcionas cada día.

El espejo de doble cresta

Candela Guevara dijo...

No me había dado cuenta...Ahora que vuelve a estar de moda Blancanieves!!! Uyss voy a tener cuidado hoy de no comerme ninguna manzana por si las moscas ;)

Gracias por devolverme un reflejo tan hermoso de mí misma querido espejo.

Celia dijo...

Candela,
Creo que no eres invisible, simplemente no te estás viendo como eres.
Eres creativa, ingeniosa, inteligente, tienes humor, y seguramente seas tan guapa por fuera como lo eres por dentro.
Mírate hoy un ratito y piensa en todas las blogeras que te seguimos y te admiramos... será por algo ¿no?
Un abrazo