Cuando en tu historial sentimental lo tienes plagado de
cadáveres en la cuneta, está claro: eres un psicópata emocional.
Normalmente estos especímenes van de relación en relación –de
cadáver en cadáver-, prácticamente como los monos, que no sueltan una rama
hasta tener otra bien cogida. Como todos los psicópatas empiezan con ‘piezas
menores’ para luego terminar con su ‘peculiar obra de arte’. Y, ¿cómo es que
consiguen tantas víctimas? Pues porque pasan desapercibidos, porque son
encantadores, cercanos, ilusionistas del amor y porque las consecuencias de sus
actos solo afectan a la persona que tienen al lado. Nadie va a encontrar marcas
físicas en tu cuerpo, pero ándate con los ojos bien abiertos porque son lobos
con piel de corderos. Darán tal zarpazo a tu vida que es posible que tú también
termines en una cuneta.
No se suelen conformar con sexo fugaz, ellos son más de
relaciones estables para así poder desplegar toda su sintomatología con cada
una de sus ‘victimas’. Se van sofisticando con los años, pero en el fondo
siguen repitiendo patrones. No olvidemos que la seducción es la base que permite
el acto psicopático y se produce mediante una transferencia donde la propuesta
del psicópata encuentra su sitio en las necesidades del otro, porque son muy
hábiles para detectarlas. En la seducción el psicópata necesita que el otro
esté de acuerdo, para lo cual usa su persuasión y su encanto... Pueden llegar,
incluso, a mimetizarse durante mucho tiempo con su pareja para transferirle ‘sus
deseos e ilusiones’ que jamás, jamás serán reales y así cuando cometa ‘el
homicidio’ poder sentirse un poquito menos culpable (al fin y al cabo ella
estaba de acuerdo)
Todas las relaciones están cortadas por el mismo patrón,
claro que hay con algunas que se esmeran más y las terminan bordando. Llenan las
mentes de las futuras difuntas de deseos, ilusiones, de ganas porque huelen las
carencias como alimañas, para luego torturarlas antes de arrebatárselas todas
de golpe. Me recuerda al toro de lidia: los cuidados en el campo, el engorde
para luego terminar en una plaza de toros, medio desangrados con una espada
clavada en el cogote. … Y hala otro cadáver
para la cuneta. Y así suma y sigue.
No te confíes de su apariencia, no confíes jamás en sus
palabras. Será capaz de dejarte sin nada, será capaz de todo, porque los
psicópatas emocionales no pueden empatizar jamás con el dolor que infligen, una
vez que dejas de ser su objeto de deseo y se cansa del juego, para ti será
demasiado tarde porque habrás caído en sus redes y te conviertes,
irremediablemente, en el siguiente cadáver.