viernes, 31 de mayo de 2013

Keep your smile


Siempre he pensado que si no eres capaz de reírte de ti mismo, mal lo llevas. No puedes tomarte muy en serio siempre porque corres el riesgo de convertirte en un ser gris, pelín patético y muy aburrido.
 
No es ningún secreto que estoy pasando por un ‘socavón’ en mi vida (por suavizarlo un poco pero es más tipo agujero negro) Pero como gracias a ‘Dios’ tengo un sentido del humor que roza, seguramente, lo perverso, fíjate por donde he recuperado la parte de mí que se descojonaba de la sufridora.
 
Crónica de una mujer independiente viviéndolo como puede:  
 
-          Sábado sin plan a la vista. Una incursión al cine para reivindicar mi autonomía (vamos que voy sola). Película: Ayer no termina nunca de Isabel Coixet. 18,00h. de la tarde, kit de cine preparado: agua, chicles y Kleenex. Puerta de cine: lo han chapado. Vista perdida, a punto de hacer pucheros, me da un ataque de risa. Seguramente Ayer no termina nunca, no es ahora mismo lo que más me conviene.
 
-          Primeras noches (algunas semanas)de libertad de menú (vamos que ceno sola): me decanto por unas conchas Codan que me han enviado a la ofi, acompañadas de una infu digestiva (por si me atraganto). Da igual la quinta noche termino agarrada al ‘sanitario’ y me salen pedacitos de conchas Codan por la nariz!!!


-          Siguientes noches: mi menú se amplía incluyendo proteínas. Cortezas de cerdo, acompañadas de aceitunas, copita de vino y queso sin lactosa para compensar. Rico, variado y con fundamento. Sin vómitos.
 
-          A todo esto hay que sumarle que mi madre (que la pobre tiene principio de Alzheimer) me llama, 3 ó 4 veces cada noche para preguntarme qué he cenado… Al principio me inventaba algún menú saludable pero en vista de que no se acordaba y a la hora volvía a llamar, confesé. No dijo nada, pero al día siguiente me dejó en la puerta de casa un puré de verduras, una caja de galletas príncipe y una bolsa de patatas fritas (ha debido pensar como yo que lo mejor es un menú variado)
 
-          Vecino chismoso que alaba las bondades de mi perra: ‘es que ni se la oye, que perra tan buena, tan simpática, tan guapa, tantarantán… ‘Abro la puerta para que salga la homenajeada y terminar con la charleta y, ¡ahí sale mi perra!  Rebozadita en pis. Es que ella lo de la autonomía en la que nos vemos inmersas lo lleva más bien mal y como no habla ni llora ni lo comparte con colegas, pues ha decidido mearse encima (sin parar) ¿Cómo puede generar tanto pies ese cuerpejo?? Un misterio


-          Me toca sacar todas las mañana a las 06.30 horas a la peludita del muelle flojo. Salgo sin sujetador, despeinada, con la férula dental puesta (esto último resalta mi sonrisa), la mayoría de las veces sin gafas, y el otro día con las zapatillas de estar por casa. Vamos toda una ‘It Girl’. Y no falla cuanto peor salgo a más vecinos me cruzo.
 
-          En el trabajo uno de mis jefes me cuenta la tragedia que le supone tener que prescindir de la nani trilingüe de sus hijos que cobra dos veces mi sueldo. Levanto la vista del ordenador y le suelto: ‘me la pica un pollo, de verdad’.  A los cinco minutos me daba el contacto del mejor psiquiatra de España (por supuesto amigo suyo).
 
Comprenderéis que no me queda otra que reírme.
 
Continuará
 

lunes, 13 de mayo de 2013

El espejo


Ella tiene ganas de abrir la ventana y de gritar al viento: devuélveme la vida. No le salen las palabras. Todo se le agolpa en el pecho. Mira hacia atrás y ve pasar a cámara lenta, su pasado, su presente y todos sus sueños. Queda poco más. Una sensación tan árida como la tierra roja de Etiopía. Hay días que incluso siente la boca llena de arena y el aire seco la quema al respirar. De pequeña siempre se había dicho: tanto esfuerzo servirá para algo...
 
Ahora mira las estrellas desde su ventana. Con los años ha constatado que no siempre el esfuerzo sirve para nada. Hace días que ya no se atreve a pedirle nada a las estrellas. Sólo las mira y susurra al aire: devuélveme la vida.
 
Mira en los ojos y en las palabras de quien un día fue su espejo y no reconoce nada, ni tan siquiera su propio pasado. Quizá todo fuera tan solo un espejismo. El espejo está roto en el suelo, todavía sin recoger, ve  reflejados los fragmentos de su vida. Un  portazo los ha hecho añicos. Mira alrededor. No hay nada, sólo la tierra roja, árida, seca y el espejo roto. Cada día recoge un fragmento para poder reconstruir lo que fue su historia. Nada encaja. Tanto esfuerzo servirá para algo, se repite cansada. Y el aire tibio la envuelve y le trae el eco de su  propia voz.