Sol. Un beso largo, sin prisa. Nadar en
una piscina sola y en silencio. Una tarta de zanahoria. Darme un paseo por algún monte. Una sopa de cocido para cenar. Que me mordisqueen el cuello. Una copa de vino contigo. Volver
a escuchar esa canción. Que me agarren con fuerza. Oler el mar. Una ducha de media hora. Hacer
el bichobola en el sofá. Reírme hasta llorar...
martes, 11 de febrero de 2014
domingo, 9 de febrero de 2014
En pelotas
Hay veces que te
quedas en pelotas cuando menos te lo esperas, bien porque la vida te lo quita ‘todo’
de golpe o bien porque eres tú quien lo decides. En mi caso ha sido por las dos
razones. Últimamente ando más en pelotas que con la ropa puesta. Y, ¿sabes qué?
Todo pesa menos. Me he desnudado tantas veces en los últimos meses que creo que
empiezo a padecer algún trastorno exhibicionista.
Mostrarse tal y como
es uno, sin nada que lo oculte, sin nada que camufle sus miedos, sus taras, sus
manías, su verdadera historia es liberador.
Transparente y
nítida. Así me siento. En este despelote
literal he descubierto piel, cuerpo y alma que desconocía. Y lo mejor de todo
he dejado que me vean desnuda, tal y como soy, sin falsos pudores, sin más
miedo que el imprescindible. He sonreído aliviada porque mi reflejo en otros
ojos me ha devuelto una imagen sorprendente, algo que no esperaba a estas
alturas.
Hay veces que quedarse
con el culo al aire, es muy sano. Quién sabe, siempre puedes redescubrirte.
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