Nunca he sabido muy bien la diferencia entre perdonar y
olvidar. Quizá porque no soy una persona rencorosa. Quizá porque hasta ahora ni
tan siquiera me había parado a pensarlo. Quizá porque siempre he confiado en que el
tiempo, de alguna forma, pone todo en su lugar o tal vez porque nunca he creído que fuera posible el perdón sin el olvido.
Perdonar no es olvidar, es aceptar sin resentimiento ¿Pero
es esto posible hacerlo de corazón? Evidentemente, depende de lo que haya que
perdonar y a quién y por supuesto también del tiempo… No es que crea en el odio
injustificado, pero sí creo que es lícito e inevitable como un sentimiento de
rechazo ante un dolor infligido. Tampoco creo en la venganza, aunque sí
me gustaría pensar que la vida al final pone a cada uno en su lugar. Con lo años me he vuelto incrédula sobre lo de 'todo se paga en esta vida' porque a la vista está que en muchos casos hay algunos
que se escapan de rositas, como hay otras veces que pagan justos por pecadores.
Perdonar no exige poner la otra mejilla o exponerse con la
herida abierta, tampoco nos obliga a ser amigos de quienes nos traicionaron. Ni
amigos ni enemigos. Hay incluso quienes necesitarían más de un perdón, pero bueno
en esos fangos no me meto que para eso ya está la conciencia de cada uno. Por
eso, prefiero perdonar a que me perdonen porque así al menos
uno tiene la oportunidad de recobrar la paz, la tranquilidad y el equilibrio.
Ojalá en la vida no hubiera nada que perdonar, nada que lamentar y nada que
olvidar.
Perdonar no quiere decir que olvidemos. Nunca
se olvida del todo. Tampoco creo que uno pueda plantearse perdonar como si
estuviese conjugando un verbo, simplemente ocurre, simplemente deja de doler.
Si lo piensas, es fácil perdonar, pero no tan fácil olvidar que has tenido que hacerlo...
Así de profunda estoy hoy (y ahora me voy a dar un baño a ver si se me pasa).