Son
las palabras malditas que hacen repetir a los enfermos de Alzheimer, o de
cualquier enfermedad cognitiva, en los test de memoria. Hace quince días mi
madre tuvo que intentar memorizarlas. Sólo las pudo repetir una vez. Yo me
quedé sin palabras. Tiene una degeneración cognitiva tipo Alzheimer. Bicicleta,
cuchara, manzana…
Ya
no tengo madre. Sin embargo, tengo la sensación de estar más cerca de ella que
nunca. Es curioso. Se han esfumado las barreras de una relación que nunca ha
sido ni facil ni buena. Qué enfermedad tan horrible esta que lo borra y lo
desdibuja a uno hasta hacerlo desaparecer. Un agujero negro que amenaza con
tragarse a todo aquel que esté cerca. No hay cura, ni ayudas que suavicen la
condena. Y ella es consciente a ratos, mientras me mira con cariño y me pide
perdón… y a mí se me escapan las lágrimas a escondidas. Para ella estamos en
1919 o en 1968, depende del día, y yo hoy no paso de los 19 años. Mi madre se
inventa un pasado mejor con una madre que murió del mismo mal. Habita en un
mundo donde el Ministro Montoro está detrás de una trama para quitarle su piso,
incluso dice que los teléfonos están pinchados por Hacienda. Y yo contagiada de
su locura, queriendo creerla y darle esquinazo al Alzheimer, llamo a Hacienda
para comprobar si mi madre debe algo que le hubiese despertado semejante
delirio. No hay nada…
Los
afectados por demencias degenerativas sufren una gran variedad de síntomas en
su fase intermedia, la más peligrosa: perdidas de memoria, desorientación,
paranoias, alucinaciones, insomnio, depresión, euforia, agrasividad, apatía,
comportamiento infantil, desnutrición, deshidratación… Según la Comunidad de
Madrid mi madre es una persona dependiente, ya no puede estar sola ni un solo
minuto. Acaban de recortar las prestaciones sociales que en el mejor de los
casos nos llegarían en dos años… Tengo la cabeza que me late con mil
sentimientos y el corazón en un puño. Hoy es el día mundial del Alzheimer.
Bicicleta,
cuchara, manzana